Saludo Hna. Mª Ángeles

Paz y Bien

Mi saludo, nuestro saludo habitual, suscita hoy en mí un deseo profundo de que la riqueza y oportunidad que encierran estas pocas palabras (Paz y Bien) pueda llegar a cada miembro de nuestra gran familia educativa, de la Fundación, con todo mi cariño y preocupación. Sabemos que son palabras nuestras, deseos que repetimos muchas veces, pero en las que subyace la fuerza del Espíritu de Jesús y el alma de Francisco de Asís.

No sé si, cuando vea la luz esta publicación anual, habremos llegado al fin de este tiempo que ha volcado sobre nuestros colegios, como en todos los ámbitos de la sociedad, tanta sorpresa y sobresalto; y la exigencia de adecuar nuestra manera de funcionar, en una situación nunca vivida. Creo que estaréis de acuerdo conmigo en la dificultad y el empeño que ha supuesto ofrecer al alumnado y a las familias lo mejor para continuar el trimestre, con el mayor apoyo y cercanía. Ha sido una experiencia vivida con la tensión y el trabajo que supone para todos un cambio de este calibre, sin apenas tiempo para afrontarlo. Pero, si observamos el camino recorrido, los avatares vividos en él, creemos que está siendo una experiencia en la que asombra constatar la fuerza interior, el tesón y las capacidades insospechadas que brotan entre todos. Todos caminando juntos, los docentes, coordinados desde la Dirección de cada Colegio, con el apoyo de la Fundación y la colaboración de las familias, implicación que también estamos constatando. Tenemos que valorar y aplaudir también la actitud de niños y jóvenes. Seguro que esta experiencia no se va a quedar aquí y va a posibilitar un avance en la forma de abordar la educación; no podemos desaprovechar esta experiencia-aprendizaje que abre horizontes para el presente y futuro y que será algo a valorar, evaluar, encauzar y potenciar.

En el ámbito de la salud, sin duda el más importante y delicado en esta pandemia, en medio del dolor sufrido y de las pérdidas irreparables que son las de las vidas humanas, también hemos aprendido que este camino pasado nos lleva necesariamente a un tránsito, a la valoración y afirmación de la vida sobre la muerte. Precisamente, la coincidencia de este tiempo en la celebración que, para nosotros los cristianos, tiene la Semana Santa y la Pascua de Resurrección de Jesús, vividas en una clave diferente, sin las grandes manifestaciones habituales, con la necesidad de profundizar en esta realidad que nos coloca frente a la vulnerabilidad humana ante la que acercarse, tender puentes… ha hecho poner en pie a tantos agentes de cambio, sanitarios, investigadores, servidores públicos, gentes generosas que han sacrificado incluso su propia vida. También, en los gestos de relaciones sencillas, de cariño para ofrecer servicios a los más frágiles del vecindario, así como el reconocimiento y agradecimiento de la población a todos estos “héroes anónimos”. Son caminos recorridos, puentes tendidos, pasos dados, que no podemos dejar sin ponerles nombre y darles la importancia que tienen. Son luces que han venido asociadas a este tiempo personal y colectivo de crisis de la que esperamos salir, afirmando tajantemente que “todo puede mejorar”.

Pero, en este momento, tenemos que ser conscientes, poner nuestra mirada y nuestros esfuerzos, no en volver a la “normalidad”, porque sabemos que precisamente esa “normalidad” es el problema. Y no basta con querer adjetivarla como nueva, pues a lo nuevo no se vuelve. Tenemos que propiciarlo, trabajarlo, implicarnos para ir a algo mejor, para avanzar en una mayor calidad humana.

Recordamos que, en nuestros Colegios, el itinerario de valores que subyace en todo el quehacer educativo está incidiendo mucho en este aspecto de la implicación en el cambio necesario de nuestro mundo: “DALE LA VUELTA A TU MUNDO, MUÉVETE”; en la necesidad de una transformación en la que estamos comprometidos, “TODOS PINTAMOS ALGO, PONLE CORAZÓN”. Y todo, desde valores tan franciscanos como la alegría y el cuidado de las personas. Todos recordaréis este compromiso en el que estamos implicados en nuestras comunidades educativas.

El Papa Francisco nos anima a ello: “Muchas cosas tienen que reorientar su rumbo, pero, ante todo, la humanidad necesita cambiar. Hace falta la conciencia de un origen común, de una pertenencia mutua y de un futuro compartido por todos. Esta conciencia básica permitiría el desarrollo de nuevas convicciones, actitudes y formas de vida. Se destaca así un gran desafío cultural, espiritual y educativo que supondrá largos procesos de regeneración (Laudato si’ nº 202).

Juntos, retomamos esta invitación al “cuidado de la casa común”, que empieza cuidando de lo concreto y cercano de cada día, en nuestros colegios, en nuestras casas, en nuestras vidas. No estamos solos, caminamos juntos y contamos con la fuerza del Señor que nos ayuda.

Que el tiempo de las vacaciones sea una buena oportunidad para todos.

Hna. Mª Ángeles Manjarrés Gil
Presidenta del Patronato
Fundación Educativa Franciscanas de Montpellier